El antropólogo Alvaro Alavar trabaja desde hace once años en el sitio arqueológico Pozo de la Chola (San Pedro) investigando cómo era la vida de los pobladores del oriente jujeño siglos atrás.
En pleno siglo XXI luego de años, siglos
o milenios nos llega información de modos de vida de otros grupos
humanos. Características tales como la organización, sus relaciones interpersonales,
alimentación o quehaceres cotidianos de grupos de personas que dejaron de
existir tiempo atrás. Pero, ¿cómo se puede conocer tanto si ya no están entre
nosotros?
Los vimos en películas, series o documentales, generalmente al aire libre
con sus herramientas trabajando cuidadosamente para no dañar los elementos que
hallan. Ellos son los arqueólogos y para Jujuy Universitaria Alvaro Alavar
abrió las puertas del gabinete de arqueología de la Facultad de Humanidades y
Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu) para contar su
labor científica.
“En mi caso particular, había comenzado la carrera de Antropología y hay
ciertas campañas arqueológicas que se organizan a lo largo del año. Y, por lo
general, los directores de campaña -que son los directores de proyecto- avisan
a través de diferentes medios que van a salir. Yo estaba en primer año y mi
ilusión era participar en una de esas campañas, así que me prendí”, contó
Alavar acerca de cómo comenzó su tarea arqueológica en 2011.
Dos factores lo motivaron para continuar la senda que había iniciado junto al equipo de arqueólogos: “por una parte, la excavación en sí, cómo se trabajaba a nivel de arqueología y también, cuáles eran los hallazgos materiales que iban apareciendo mientras nosotros íbamos excavando”, aseguró Alvaro.
Por otro lado, también era la posibilidad de contar la historia de una
región jujeña poco conocida históricamente, con respecto a sus habitantes, a
diferencia de la Puna y la Quebrada de Humahuaca.
Los arqueólogos, son los encargados de desenterrar -literalmente, por lo general- rastros del pasado. Gracias a ellos existen conocimientos de
grandes civilizaciones de la historia de la humanidad. Pensemos en los romanos,
los griegos, los persas o las civilizaciones de la Mesopotamia asiática. Sin
embargo, no es necesario viajar tan lejos para encontrar a un arqueólogo. El
noroeste argentino, y Jujuy específicamente, tiene mucho para contar aún.
En esa tarea se encuentra Alvaro Alavar, becario del Conicet desde 2019,
doctorando en Arqueología por la Universidad de Buenos Aires (UBA) e integrante
del equipo que dirige la Dra. Gabriela Ortiz.
Vegetales del pasado
El trabajo científico desarrollado por el equipo arqueológico en Pozo de la Chola (San Pedro) ha sido divulgado mediante el primer fascículo de Excavando Historias, editado por la Unidad Ejecutora en Ciencias Sociales Regionales y Humanidades (UE CISOR). Destinado a docentes del nivel secundario de la provincia de Jujuy, está teniendo un éxito que coloca a la UNJu como una institución pública que colabora con la comunidad desde la construcción de saberes.
En ese material educativo aparece la especialidad de Alvaro, lo que más lo
apasiona de la arqueología, conocer lo vegetal. “Los trabajos en ese sitio [Pozo
de la Chola] habían comenzado en el 2009. En esos años se había podido avanzar bastante, por ejemplo la
cuestión de prácticas de entierro, de cómo se enterraba a las personas en el
pasado y también sobre las materialidades asociadas, como cerámica,
lítico, fauna, quizás, pero había otras cosas que todavía no se conocían. Por
ejemplo, y es algo que después a mí me
apasiona que es la parte de los vegetales. Es un
tema que aún no se había abordado, el de la alimentación, cómo era en el
pasado el paisaje del lugar, con qué recursos botánicos se relacionaba
la gente, eso era algo que no se había abordado hasta el momento.
Entonces, entré por esa línea tratando de responder esas preguntas y por ahí
algo que le faltaba al proyecto traté de darle más conocimiento acerca de esa
área. También me llevó una formación para poder llegar a estar sólido y poder
decir algo y después, bueno, con eso hacer mi tesis de licenciatura”, explicó
Alvaro, al referirse a su trabajo final para recibirse de Antropólogo por la
UNJu.
La labor que realizan en Pozo de la Chola investiga grupos humanos que habitaron la región pedemontana de Jujuy hace 2000 años, aproximadamente. Además, por las características de la cerámica hallada “y demás cuestiones estilísticas también se lo puede atribuir a lo que sería la tradición San Francisco. Que es una de las más antiguas del Noroeste argentino. Y a nivel cronológico, también, tiene una profundidad temporal comparable con otras sociedades más antiguas como Candelaria, que es mucho más al sur, en Salta”, detalló Alavar.
El complejo proceso de investigar el pasado
La elaboración de un proyecto de investigación, de por sí, tiene su
complejidad y lleva tiempo. Es lo que sucede cuando un estudiante tiene que
realizar su tesis o trabajo final para recibirse en la Facultad. En la arqueología, también, antes de salir
al campo a investigar y/o excavar debe haber un proyecto con sus antecedentes,
fundamentación e hipótesis de trabajo. Una vez en el sitio arqueológico
comienza otra etapa muy vinculada al contexto del lugar en cuestión.
“En arqueología tenés que seguir una
serie de procedimientos para poder llegar a un sitio arqueológico y excavarlo, si es necesario, porque también hay ocasiones en los que simplemente
se puede hacer recolección en superficie y ya está, digamos. Pero, en este
caso, uno tiene a la comunidad que es la que conoce, las personas que viven en
el lugar, que son una pata fundamental para poder encontrar un sitio
arqueológico porque saben dónde están los restos materiales, viven ahí, conocen
la zona. Y, en este caso, donde la vegetación puede ser un problema. Estamos
hablando del bosque chaqueño, no de las yungas. Sino de un bosque chaqueño más
seco, pero no deja de ser algo tupido, no permite una visibilidad clara para
nosotros que vamos a buscar sitios arqueológicos a diferencia de otras
regiones, por ejemplo la Quebrada”, explicó Alvaro
Pero no sólo es cuestión de relacionarse con los habitantes del lugar: “también
hay otros elementos, por ahí quizás de parte de los animalitos, por ejemplo los
gualacates que son una especie de armadillos que hacen sus madrigueras y ahí
van desenterrando ciertas materialidades como cerámicas, y nos damos cuenta que
hay un sitio arqueológico, seguramente. Y también, en este caso donde estamos
trabajando en Pozo de la Chola, ocurren eventos relacionados con las crecidas
de los ríos, que desbordan a veces y en los perfiles uno puede ver que
se caen materiales. Eso nos ayuda a encontrar sitios arqueológicos, que de
otra manera sería bastante difícil”, amplió el futuro Doctor en Arqueología
Alvaro Alavar.
No obstante, con el hallazgo de los materiales no finaliza la tarea
arqueológica. Es el momento del análisis. “Posterior a la
excavación, a la extracción de materiales arqueológicos, lo traemos acá al gabinete
de arqueología y empieza la etapa de análisis de los materiales. Y cada
material tiene su especificidad en cuanto al abordaje metodológico para poder
sacar alguna información con respecto a eso. No es lo mismo ver cerámica que restos
óseos humanos, o restos óseos de fauna, por ejemplo. O restos botánicos.
Tiene toda una metodología diferente y por eso el equipo llega a ser tan
interdisciplinario”, se explayó Alvaro, con respecto a los integrantes del
equipo de investigación.
Por eso, no debe llamar la atención la presencia de botánicos, zoólogos,
geólogos, médicos, entre otros profesionales de diferentes disciplinas
científicas. De esa manera, cada uno aporta desde su especificidad y brinda una
visión diferente para enriquecer la investigación.
Si hasta acá el proceso parece extenso, aún resta por hacer previo a la
escritura de los resultados de la investigación y Alvaro lo sintetizó de la
siguiente manera: “antes de llegar a esa etapa de divulgación científica uno
tiene que analizarlo y discutirlo con pares. Hay todo
un proceso de revisión bibliográfica, comparar con otras colecciones de
referencia, ver si lo que estás observando, por ejemplo a nivel microscópico,
coincide con otros trabajos de colegas.
No es tan sencillo en esa etapa. Entonces, por una parte, hay que registrar lo
que estamos viendo. Después todo eso se analiza, se problematiza, por decirlo
así, porque lo vas discutiendo con otros antecedentes que ya hay para ese tipo
de material y después recién se empieza a escribir. Redactar después que uno
tiene el resultado, después empezás a plasmarlo en determinadas tablas, Excel y demás cuestiones estadísticas también. Entonces, recién se sacan los
resultados y podés plasmarlo como un paper.
Obviamente, siempre dándole una fundamentación contextual, no solamente el dato
duro, sino también con todos los otros hallazgos que se hayan relacionados que, básicamente eso es lo
que hace la arqueología, trabajar en
contexto”.
Pero, ¿hasta dónde se excava?, era una pregunta que buscaba encontrar el
punto final de la búsqueda de materiales en campo. Allí Alvaro explicitó los
criterios que tienen en cuenta para dar por concluida la tarea arqueológica en
un sitio. “Eso depende mucho de qué sector estemos excavando en el sitio
arqueológico. Hay lugares en donde vamos a llegar al piso de ocupación a una
profundidad de 50-70 centímetros, por ejemplo en áreas de actividades múltiples
o áreas domésticas, que es donde la gente estuvo realizando actividades
relacionadas a la cocina, digamos, es lo que estamos viendo ahora, que es como
un patrón que más o menos llega hasta los 50 centímetros y ahí termina, dejamos
de excavar. Pero en otros sectores, por ejemplo en lugares de entierro, se puede
llegar fácilmente hasta los dos metros de profundidad. Entonces es diferente,
se comporta de distinta manera de acuerdo a los sectores de actividad, que
llamamos nosotros a los lugares específicos en donde se realizan determinadas
actividades”.
Finalmente, los trabajos en Pozo de la Chola (San Pedro) dirigidos por la
Dra. Ortiz continuarán antes de la etapa de mayores lluvias en la zona, otro
obstáculo a superar. Situación que conlleva a que la planificación de las
salidas al campo sean en invierno y primavera.
Por Esteban Frazzi
Facebook: Jujuy Universitaria
Instagram: Jujuy_universitaria
Comentarios
Publicar un comentario